martes, 30 de junio de 2020

Tendencias del Proceso Educativo

RETOS Y TENDENCIAS DE LA EDUCACIÓN

UNIDAD I

Tendencias del Proceso Educativo

 Por:

M.E. Carlos Alberto Chiñas Narváez

Estudiante de Doctorado en Educación

CEVIP. Centro Veracruzano de Investigación y Posgrado

Cd. De Xalapa, Enríquez, Veracruz. México.

02/06/2019

 

ACTIVIDAD 1

 Descripción de la situación educativa de la región, en términos de acceso y permanencia al sistema educativo de los niños, adolescentes y jóvenes.

 Resumen de los principales aspectos que se señalan en cada meta

 TEXTO:

 Informe SITEAL 2010. Metas Educativas 2021: Desafíos y oportunidades.

 CAPÍTULO 1

 ACCESO Y PERMANENCIA DE LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES

EN LOS SISTEMAS EDUCATIVOS DE AMÉRICA LATINA

 Este documento es el resultado del informe sobre “tendencias sociales y educativas en américa Latina 2010” del SITEAL donde se plantea las metas educativas 2021: Desafíos y oportunidades y de las cuales destaco tres ideas importantes del informe en su capítulo 1:

 

1.- “En la región, se manifiesta una intensa preocupación por garantizar a todos los niños, niñas y adolescentes el acceso a servicios educativos de calidad, y una voluntad de incentivar su permanencia en ellos hasta que puedan completar, al menos, el nivel de educación secundaria.”

 

2.- “Es sabido que el acceso y la permanencia en el sistema educativo no constituyen condiciones suficientes para que las personas se relacionen con el conocimiento, si esto no se traduce en la inclusión de los alumnos en prácticas o actividades educativas sistemáticas y de calidad. Pero también es cierto que sin sistemas educativos que logren captar a la totalidad de los niños, niñas y adolescentes, incorporándolos a la vida estudiantil y reteniéndolos en la escuela al menos durante 12 años el objetivo de universalizar el acceso al conocimiento es absolutamente inviable.”

 

3.- “Con el propósito de establecer cuál es el panorama actual respecto de la relación que se establece entre los sistemas educativos y los niños, niñas, adolescentes y jóvenes se optó por observar sus trayectorias escolares. Cuántos están en la escuela, cuántos nunca ingresaron, a qué edad ingresan, quiénes pasan del nivel primario al secundario y cuántos se gradúan son algunas de las preguntas que organizan la lectura de la información disponible.”

 

RESUMEN DE LOS PRINCIPALES ASPECTOS DE CADA META

 META GENERAL PRIMERA

 REFORZAR Y AMPLIAR LA PARTICIPACIÓN DE LA SOCIEDAD

EN LA ACCIÓN EDUCADORA

 

 PARTICIPAR, PERO ¿EN QUÉ Y CON QUÉ FIN?

JUAN EDUARDO GARCÍA-HUIDOBRO S.

 

Con sabiduría, las Metas Educativas 2021 que proponen alcanzar “la educación que Queremos para la generación de los Bicentenarios” formulan como primera meta: “Reforzar y ampliar la participación de la sociedad en la acción educadora”.

 

Este propósito descansa en una convicción: la educación es tan importante para todos que es la sociedad en su conjunto la que debe responsabilizarse de su mejoramiento. Así, la meta se desglosa y muy diversos actores son invitados a sumarse a la tarea: las organizaciones, tanto públicas como privadas, y las familias, cuyo rol se ve tan relevante que se insta a apoyar a aquellas que sufren carencias económicas para que mantengan a sus hijos en la escuela. También se visualiza un rol especial para las universidades y los jóvenes universitarios.

 

Mediante este breve comentario quisiera postular que la primera y fundamental acción de la sociedad, en esta gesta educadora a la que se nos invita, es definir participativa y democráticamente, en cada uno de nuestros países, cuál es exactamente la meta que buscamos alcanzar juntos.

 

Hoy debemos establecer otra finalidad que posea la misma capacidad orientadora. Cada una de nuestras sociedades, con la participación amplia de sus ciudadanos y ciudadanas, debe deliberar sobre el propósito que queremos alcanzar. Algunos considerarán que es una deliberación inútil, que la meta está clara, que la discusión relevante es la de los medios y las técnicas: ¿cómo logramos que cada una de nuestras escuelas sea eficiente? ¿Cómo conseguimos la colaboración entusiasta de los docentes? Pero basta rasguñar un poco el aparente consenso, ya desde el punto de vista conceptual, ya desde el punto de vista de la prioridad que le otorgamos a la educación en el erario nacional de nuestros países, para descubrir que no tenemos un acuerdo ético-político robusto sobre la educación que queremos ni sobre la importancia que ella debe tener en nuestra cotidianidad.

 

La educación es parte de la lucha política que atraviesa a las sociedades, pero requiere plazos largos y, por lo tanto, es crucial identificar un núcleo común que adquiera sentido para todos y que sirva de punto de apoyo a la amplia participación que necesitamos.

 

En América Latina coexisten países que difieren significativamente en los aspectos estructurales de sus sistemas escolares. Cuando se observa en detalle cuál es el perfil educativo de esos países, la diversidad de situaciones que ellos presentan también es significativa.

 

Un primer e impostergable desafío que deben asumir los países de la región es el de garantizar que todos los niños y las niñas accedan y culminen la educación primaria. Pese a que en la región está instalada la percepción de que la educación primaria ya es un hecho y está universalizada, se debe destacar que ninguno de los países latinoamericanos ha cumplido con esta meta por completo.

 

De este modo, a partir de subrayar dos aspectos que son centrales para concretar un análisis sobre las trayectorias educativas de las nuevas generaciones (es decir, cuántos estudiantes logran completar la escuela primaria y cuántos la secundaria) quedan identificados cinco grupos de países, cuya particularidad consiste en que los países manifiestan panoramas relativamente similares dentro de cada grupo pero muy diferentes de la situación de los países de los otros grupos. El objetivo de esta tipología es hacer visible la coexistencia de por lo menos cinco escenarios educativos diferentes, en torno de los cuales los países convergen.

 

LA PARTICIPACIÓN SOCIAL DESDE UNA PERSPECTIVA DEMOCRÁTICA.

CAMILLA CROSO

 

Existe amplio consenso acerca de que la participación de la sociedad es clave para la puesta en marcha de un modelo de desarrollo centrado en la promoción de la dignidad humana y la justicia social. Entretanto, qué se entiende específicamente por participación social continúa en disputa, aunque no siempre los contornos de este debate se planteen de manera explícita.

 

Cuestiones sobre quiénes participan, en qué participan, cómo participan y, principalmente, para qué participan permiten múltiples variantes, cuyas respuestas dependen, en última instancia, de cómo se concibe el rol del Estado, de cuál es su responsabilidad en la garantía de los derechos y en la dinámica democrática instituida en la sociedad.

 

Actualmente, coexiste una interpretación sobre la participación social que nos parece riesgosa, en la medida en que le quita responsabilidad al Estado en su rol de garante de los derechos, y ésta es una premisa fundamental de la cual partimos en este análisis.

 

El sentido público de las políticas, que debe ser perseguido en la consolidación de nuestras democracias, surge de la posibilidad del debate y de su construcción colectiva, a partir de pautas que estén relacionadas con temas de interés común, y de procesos que permitan la expresión de puntos de vista plurales, donde el disenso sea comprendido como legítimo y donde el contenido final que asume la política sea el fruto de concepciones que van más allá de intereses individuales o particulares.

 

Así, la participación social a la que aspiramos es la que convoca al Estado a cumplir con su rol de garante de los derechos. Para esto, son vitales los espacios y los mecanismos institucionalizados que les permitan a los sujetos de la comunidad educativa –estudiantes, maestros, profesores, padres, madres y responsables– y a otros sujetos de la sociedad civil, tomar parte en el debate y en la toma de decisiones sobre leyes, normas y políticas educativas, sin jamás incurrir en el error de asumir las tareas de implementación, que le caben enteramente al Estado.

 

La participación social debe incluso trascender el involucramiento sostenido, durante el debate y la toma de decisión sobre los marcos legales y políticos, para incluir también el compromiso con procesos de seguimiento y control ciudadano relacionados con su implementación, evaluando su pertinencia y eficacia, y formulando recomendaciones.

 

Por otra parte, la participación social también es fundamental en el nivel legislativo de la comunidad. Los parlamentos deben prever mecanismos y espacios para acciones como las audiencias públicas, de modo que se contemple la voz y la mirada de todos los integrantes de la sociedad.

 

La participación social requiere de una total autonomía frente al Estado, confrontando el riesgo de cooptación de movimientos y organizaciones sociales, pues ello comprometería el contenido, proceso y sentido de la participación.

 

La participación social como cultura y práctica política, tanto en espacios institucionalizados de poder como a partir de iniciativas espontáneas, constituye una acción clave para el fortalecimiento de nuestras democracias y para la promoción de una ciudadanía activa.

 

 META GENERAL SEGUNDA

 Lograr la igualdad educativa y superar toda forma de

Discriminación en la educación.

 

DIVERSIDAD Y METAS 2021

ANNA LUCIA D´EMILIO*

 

Si bien sólo algunos países de la región cuentan con estadísticas sociales y educativas desagregadas según pertenencia étnica y lingüística, existen muchas evidencias de que los pueblos indígenas y afrodescendientes reciben menos años de escolaridad y una educación de peor calidad, tal como lo evidencia el último Informe de Seguimiento de la Educación para Todos de 2010, que está enfocado en la situación de los más marginados.

 

Dependiendo de la importancia que queramos otorgarle al tema de la diversidad, podemos subrayar uno u otro aspecto de la composición etno-demográfica de un país, tal como ha sido demostrado en el Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina, recientemente publicado por UNICEF.

 

Teniendo en cuenta la heterogeneidad ya mencionada, es importante que las propuestas contenidas en las Metas Educativas 2021 hayan incluido metas específicas destinadas a poblaciones originarias y afrodescendientes.

 

Son muy pocas las experiencias que toman en cuenta las especificidades culturales, sociales e históricas de la población afrodescendiente. Entre ellas, cabe destacar el programa de “Etnoeducación con niños y adolescentes afrocolombianos” del Ministerio de Educación de Colombia u otras iniciativas desarrolladas en Brasil.

 

Nunca como en la actualidad los marcos legales de los países de la región han sido tan abiertos al reconocimiento de la pluralidad étnica y lingüística y a la Educación

Intercultural Bilingüe, desde México hasta Chile. Sin embargo, cuando se analiza la cobertura de esta modalidad educativa, aun las fuentes más optimistas demuestran que, con excepción de México, no todos los niños, niñas y adolescentes indígenas de la región reciben educación en lenguas originarias, ni siquiera en las áreas rurales y ni siquiera en los países con altos porcentajes de población indígena.

 

DIVERSIDADES DE TODAS Y TODOS

EN UN MARCO DE INCLUSIÓN DEMOCRÁTICA

RENATO OPERTTI

 

Los impulsos reformistas de América Latina, principalmente desarrollados en la última década, han cobrado un renovado vigor, marcados en general por una matriz compartida de valoración de la educación como bien público, de fortalecimiento de los roles de líder, orientador y garante del Estado, de diversificación de los procesos de enseñanza y aprendizaje, y de atención a poblaciones que tradicionalmente han sido excluidas.

 

No obstante las voluntades reformistas y algunos de sus avances, la región continúa sin encontrar los modos de congeniar e integrar equidad y calidad en entornos, ofertas y procesos educativos que democraticen los resultados de aprendizaje y la adquisición de competencias básicas para la vida y la formación ciudadana. El triple problema de calidad deficitaria, inequidad intolerable y excelencia marginal cuestiona severamente la legitimidad de los sistemas educativos e impacta en las reservas democráticas de las sociedades.

 

Uno de los mayores desafíos que parece enfrentar la región es darle contenido universalista y personalizado a las diversidades de grupos e individuos forjando un concepto de educación inclusiva que democratice las oportunidades educativas y busque alcanzar un adecuado y delicado equilibrio entre el respeto de las diversidades y el hecho de compartir un universalismo básico de valores y referencias culturales.

 

Un renovado ciclo político y de políticas de universalismo incluyente y diverso se debe fundar en un cambio de paradigma en torno a la teoría y a la práctica de la educación inclusiva, que se desprenda de un excesivo énfasis puesto en la atención de estudiantes categorizados como “con necesidades especiales” o se preocupe por desarrollar propuestas institucionales y curriculares de atención a las diversidades (que operan por vía de la segregación), así como por prácticas docentes asentadas en el ideal de una homogeneidad cultural y social, y en cierto perfil “estándar” de alumnas y alumnos.

 

Un renovado universalismo tiene un punto importante de referencia en las conclusiones y recomendaciones acordadas por los representantes de 153 países (principalmente ministros y viceministros de Educación) durante la 48ª Reunión de la Conferencia Internacional de Educación (CIE), celebrada en Ginebra en 2008.

 

En suma, una inclusión democrática debería reflejarse en el fortalecimiento de las políticas públicas universalistas. Este universalismo debería, por un lado, vincular fuertemente los temas de educación inclusiva con el desarrollo de una formación ciudadana comprehensiva para afianzar las democracias y la cohesión social y, por otro lado, avanzar hacia una visión más decididamente incluyente, por la vía de garantizar prestaciones de calidad y de atender las diversidades de todas y todos.

 

META GENERAL TERCERA

 Aumentar la oferta de educación inicial y potenciar

Su carácter educativo

 

LA EDUCACIÓN INICIAL EN LA AGENDA HACIA EL 2021

TATIANA ROMERO REY

 Las dos últimas décadas han sido cruciales a la hora de definir el discurso sobre la importancia de la primera infancia.

 

La concepción de base, cuando se hace referencia a la “primera infancia”, está enmarcada en una apuesta de desarrollo integral basada en la salud, la nutrición, el cuidado, el freno a la mortalidad infantil y, por supuesto, la educación.

 

El documento de las Metas Educativas 2021 reabre el debate sobre la educación inicial y hace foco sobre este tema en especial.

 

El modo como están redactadas las metas referidas a la educación inicial determina que la focalización esté puesta en la promoción de la educación inicial formal, regida por los parámetros de los sistemas educativos regulares.

 

El documento plantea, además, profundas desigualdades entre los países iberoamericanos en términos de equidad en el acceso a programas de educación inicial y, por lo tanto, promueve trabajar en la disminución de estas brechas.

 

Ofertas de acceso al conocimiento sin calidad sólo se reducen a ganar niños para el sistema educativo aumentando los riesgos posteriores de deserción o fracaso.

 

La educación de la primera infancia ha sido pionera de grandes transformaciones en los sistemas educativos regulares y en el mejoramiento de la calidad educativa en general.

 

La hipótesis de Heckman que considera la intervención en la primera infancia como un factor decisivo para el desarrollo afectivo, cognitivo, neurológico y físico de las personas tiene cada día más vigencia. Por esta razón, tal como él lo afirma: “es necesario asegurar que cada inversión hecha en los primeros años posee una rentabilidad multiplicada a lo largo de la vida, siendo en definitiva esta intervención en la infancia temprana, la mejor inversión en protección social”.

 

DESARROLLAR APRENDIZAJES QUE RESPETEN LOS PRINCIPIOS

DE LA PEDAGOGÍA

GABY FUJIMOTO

 

El cumplimiento e implementación de la tercera meta del proyecto Metas Educativas 2021 de la OEI: “Aumentar la oferta de educación inicial y potenciar su carácter educativo” es supremamente importante en la medida que persiste una gran deuda con la infancia iberoamericana.

 

Si bien el informe de Educación para Todos 2007 sobre Atención y Educación de la Primera Infancia (AEPI) de UNESCO reporta que la mayoría de los países de América Latina y el Caribe realizó sustanciales inversiones y avances significativos en la cobertura de la educación preescolar para niños de 3 a 5 años (62%), desde la perspectiva del derecho del niño y la niña a una atención integral de calidad y de respeto a la equidad, aún existen brechas profundas de exclusión que los gobiernos deben corregir, sobre todo, en lo que afecta a los sectores socioeconómicos más vulnerables de Iberoamérica.

 

Poner en la agenda política la meta general tercera, para alcanzar el 100% de cobertura de la población de 3 a 5 años, significa consolidar algunos compromisos políticos que, en los últimos tiempos, se han venido gestando en respaldo de la educación inicial.

 

Por otra parte, durante la X Conferencia Iberoamericana de Educación “La Educación Inicial en el Siglo XXI”, realizada en Panamá en 2000, los jefes de Estado y de Gobierno ratificaron el compromiso de sus ministros de Educación, al subrayar que “La educación inicial, como un derecho, forma las bases del aprendizaje, con intervención de la familia, en procesos de calidad y con miras a asegurar el desarrollo humano sostenible”.

 

Evidentemente, el compromiso con la meta general tercera busca “potenciar el carácter educativo de la educación inicial” y es necesario subrayar este propósito, porque se convertirá en responsabilidad de todos los sistemas educativos de la región, junto con las metas de la Conferencia Mundial de Educación para Todos (Jomtien, 1990), cuando se señala la visión ampliada de la educación básica desde el nacimiento y con carácter permanente, y la Declaración de Dakar (2000) sobre Educación para Todos, cuando se ratifica y asume el compromiso de “expandir y mejorar el cuidado y educación de la primera infancia”.

 

Los nuevos escenarios socioculturales del siglo XXI están esperando que los gobiernos cumplan con eliminar la brecha todavía existente entre las políticas y la realidad, aunque aún subsisten desafíos que obstaculizan el progreso en el cumplimiento, en particular, de la meta general tercera de las Metas Educativas 2021.

 

 META GENERAL CUARTA

 Universalizar la educación primaria y la secundaria básica y ampliar

El acceso a la educación secundaria superior.

 

La capacidad de captación de los sectores más postergados –un propósito ineludible frente a la meta de universalizar el acceso al conocimiento– se desprende, en gran medida, de la antigüedad y solidez que poseen los sistemas educativos de cada país. Un primer indicador de esta antigüedad es el perfil educativo que presentan los adultos, pues en aquellos países donde los adolescentes provienen en mayor medida de hogares donde los adultos poseen mayores recursos educativos la desigualdad en los logros entre estratos es menor.

 

Es importante insistir en que si es cierto –tal como se consideró en este informe– que los datos de acceso y permanencia en el sistema educativo permiten evaluar en qué condiciones se encuentra “la base” sobre la cual será posible implementar prácticas educativas de calidad, se deberá considerar que el panorama descrito es verdaderamente alarmante. En primer lugar, existen serias dificultades en el acceso, la permanencia y la finalización del nivel primario. De hecho, hay cinco países donde la finalización de este nivel no llega al 80%. Y, si bien ésta es una situación sumamente minoritaria (por lo menos en términos poblacionales en el marco de la región), lo cierto es que hay al menos cinco sistemas educativos en los que la preocupación por alcanzar la universalización del nivel primario todavía constituye un tema prioritario.

 

Es una realidad manifiesta que todos los países de la región se ven actualmente enfrentados –en diferente medida– con la dificultad de no poder retener, e incluso no poder incorporar, a los adolescentes en la escuela secundaria. Éste constituye otro urgente desafío que deben afrontar los países de la región, pues quienes actualmente quedan fuera de los sistemas educativos son aquellos grupos sociales con los cuales las sociedades tienen su mayor deuda, como los sectores marginales urbanos, las comunidades rurales, los pueblos indígenas y los afrodescendientes, entre otros.

  

TRES ARGUMENTOS ACERCA DE LA CRISIS DE LA

EDUCACIÓN MEDIA EN AMÉRICA LATINA

Por: Pablo Gentili

 

Debate            SITEAL

Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina

 

Universalizar el acceso y completar la educación secundaria.

Entre la meta social y la realidad latinoamericana.

 

          ¿Por qué no llega a lograrse la plena escolarización de los jóvenes en América Latina y el Caribe?

 

          ¿Qué deberíamos hacer para lograrlo, superando la enorme brecha           que existe entre la meta social y la cruda realidad continental?

 

           Pocas veces me he dado a la tarea de indagar y reflexionar sobre la situación educativa en América Latina, casi siempre prefiero estudiar sobre el Sistema Educativo Mexicano, pero en esta ocasión me ha resultado muy interesante la forma en que Pablo Gentili discute a través de su debate sobre la Crisis de la Educación Media en América Latina, sobre todo porque es un estricto comparativo que nos permite conocer en donde estamos los mexicanos con relación a los demás países hermanos.

 

Me gustó mucho la franqueza del autor ya que se contrapone de manera directa contra la retórica del discurso político de los gobiernos en turno que pretenden creer tener en un “plumazo” la verdad absoluta del control de la Educación en general y en especial de la Educación Media Superior, logrando solo en ocasiones no solo no alcanzar las metas trazadas y propuesta, sino complicar su aplicación y desarrollo en los países latinoamericanos.

 

A continuación, reflexionaremos con los tres argumentos a cerca de la crisis de la Educación Media en América Latina, esperando que lo disfruten tanto como yo.

 

 

1.- LA EDUCACIÓN NO ES, NI NUNCA HA SIDO,

UNA “META SOCIAL” EN AMÉRICA LATINA.

 

Texto del Autor

Reflexión Personal

 

        Lo que parece contraponerse a la realidad latinoamericana no es que haya un desajuste entre el noble deseo de que todos los jóvenes frecuenten las escuelas y la persistencia de factores que los alejan de ellas; sino, más bien, la idea de que, en nuestros países, todos compartimos esta justa aspiración democrática. De tal forma, no es raro observar que, con sofocante frecuencia, suele afirmarse que es una aspiración de “todos” democratizar la educación, garantizar mejores condiciones de escolaridad a los más pobres, ofrecer iguales oportunidades de desarrollo y bienestar al conjunto de la población y diseñar políticas efectivas para logar tales objetivos.

 

Todo esto sería música para los oídos de los exégetas de la democracia, sino no fuera parcial o definitivamente falso cuando se lo contrapone con los hechos que narran la historia de la América Latina contemporánea.

 

 

 

Los grandes pensadores siempre han afirmado que la educación es el verdadero camino a la libertad, entonces, ¿Por qué en nuestro pueblos latinoamericanos se ha construido una imagen desgarradora de tercermundista y barbaros en comparación con países europeos o Norteamérica?

 

El primer argumento se responde así solo. El deseo de ambición por el poder y en los dineros públicos ha hecho de quienes han ostentado el gobierno miren siempre hacia otro lado.

 

No es necesario indagar mucho para darnos cuenta de la cruenta realidad que vive la educación en los países de América Latina.

 

¿Cuántos países en verdad la han apostado al fortalecimiento de sus sistemas educativos? Han preferido copiar modelos de otros países que para su implementación implica el manejo de recursos públicos, siendo económicamente bueno para ellos y lastimosamente complicados para nosotros.

 

Pero no solo ha sido culpa de los gobiernos, quienes al implementar nuevos modelos educativos nos dejan en libertad de estudiarlos, prepararlo y llevarlos a cabo desde nuestra perspectiva profesional, entonces ¿Cuánta culpa tenemos nosotros por no involucrarnos en estos cambios de política educativa?

 

Mientras no cambiemos nuestra manera de pensar, mientras no cambiemos nuestra cultural laborar, mientras no cambiemos nuestra manera de afrontar los retos del siglo XXI en materia educativa, la educación no es, ni nunca será una “meta social” en nuestra América Latina.

 

2. La expansión de la educación secundaria en América Latina ha sido resultado de un proceso de disputa de intereses

Socialmente contrapuestos.

Texto del Autor

Reflexión Personal

 

 

Lo que trato de decir es que el proceso de expansión educativa, que vivió y aún vive América Latina como herencia inconclusa del siglo XX, tuvo como principal protagonista a los sectores populares que hicieron esfuerzos arduos y protagonizaron batallas muchas veces silenciosas para derrumbar las barreras que los alejaban de la escuela.

Las razones del por qué los pobres confiaron (y, debemos estimar, aún confían) en las virtudes y beneficios de los procesos de escolarización son, sin lugar a dudas, complejas y no necesariamente heroicas.

 

En efecto, quizás sus luchas hayan estado no pocas veces influenciadas por una prometeica confianza en los argumentos tecnocráticos que reducen la educación a la capacitación profesional.

 

Esto, sin embargo, para nada niega que, engañados o no, iluminados por la sabiduría de la vida y del sufrimiento o, simplemente, hartos de tanto maltrato, los pobres fueron a ocupar su lugar en el sistema escolar.

 

 

 

 

 

En un principio, me resistía a entender y más aún, a aceptar la Teoría Conductista de Skinner cuando nos habla sobre “el condicionamiento operante (que) es la teoría psicológica del aprendizaje que explica la conducta voluntaria del cuerpo, en su relación con el medio ambiente, basados en un método experimental.

 

Ante un estímulo, se produce una respuesta voluntaria, la cual, puede ser reforzada de manera positiva o negativa provocando que la conducta operante se fortalezca o debilite” y simplemente porque creo en la libertad del hombre como ser social, pero este argumento número 2 me ha dejado “pasmado”.

 

Es cierto, siempre han sido intereses de terceros el hecho de que el pueblo, los pobres, los que necesitan mejorar su entorno, su contexto crean que el sistema, los intereses creados son benevolentes y se preocupan por ellos.

 

Con tristeza y más aún, con un dejo de coraje, comparto en su totalidad el argumento 2 de Pablo Gentili. Nos han hecho creer que necesitamos prepararnos para enfrentarnos a un mundo que no hemos creado nosotros sino los grandes interese que mueven al mundo.

 

“Los de abajo”, como en la novela de Mariano Azuela, a pesar de la enorme desilusión de la vida, del sistema y de las circunstancias en las que vivimos, siempre buscamos escalar en los niveles que prevalecen en la Pirámide de Maslow. Siempre luchamos en contra de nuestro destino y como dice Pablo Gentili: “…sin embargo, para nada niega que, engañados o no, iluminados por la sabiduría de la vida y del sufrimiento o, simplemente, hartos de tanto maltrato, los pobres fueron a ocupar su lugar en el sistema escolar.”

 

Creemos que lo hacemos por libertad propia, pero al final siempre priva los intereses de quienes nos hacen creer que les importamos y que están preocupados por nuestro crecimiento e independencia.

3. El futuro de la escuela secundaria depende de la definición

De su sentido democrático y de su pertinencia social.

 

Texto del Autor

Reflexión Personal

 

 

Universalizar el acceso supone pues, al mismo tiempo, dotar a los sistemas escolares de una unidad y una articulación que, al ser hoy inexistentes, conspiran y contribuyen con la distribución desigual de oportunidades y con la negación del derecho efectivo a la educación para los más pobres. El desafío reside en reconstruir el sistema educativo. Refundarlo sobre la base de la igualdad de oportunidades de acceso y, fundamentalmente, de la igualdad de condiciones en el proceso de escolarización.

 

Esto implica el reconocimiento de que los sectores populares llegan a la escuela media, de manera general, con una frágil base académica y con condiciones de vida marcadas por la pobreza, el abandono y las privaciones.

 

Es justamente por esto que a la escuela media de los pobres hay que dotarla de la mayor atención pedagógica, los mayores recursos, los mejores docentes, las mejores condiciones de infraestructura, las más osadas iniciativas de retención, con becas y apoyos económicos destinados a los alumnos, pero también con otros dispositivos institucionales que hagan de la escuela secundaria un espacio de educación de tiempo y atención integrales.

 

Con mucho cuidado, he seguido de cerca el programa federal “Yo No Abandono” que busca reducir los índices de deserción a nivel Medio Superior y he visto con buenos ojos el sistema de apoyos que se ha implementado para lograr la permanencia y la pertinencia de los adolescentes mexicanos en este sistema, pero también he visto con bastante tristeza que nuestra propia cultura, nuestra propia forma de ver la vida nos hace creer que es obligación del Estado garantizar nuestra supervivencia y nuestra integración a los grupos sociales a los que pertenecemos.

 

Pero, en palabras de Pablo Gentili: “¿hacerlo para qué?” Creo que estamos en un verdadero “embrollo” y el sistema educativo tiene que lograr el equilibrio justo entre las diferentes clases sociales.

 

Son lamentable las situaciones de muchas escuelas en cuanto a su infraestructura, su equipamiento, su personal docente, administrativo, directivo y sociedad de padres de familia.

 

No podemos seguir generando una educación para pobres y una educación para ricos, no podemos seguir permitiendo que los políticos manden a sus hijos a escuelas privadas y quieran reformar o modificar el sistema educativo nacional.

 


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