“La
democracia está fundada en el pluralismo y entre más potente es este
pluralismo, más fuerte es la democracia”
Dra.
Sylvia Schmelkes. INEE México.
La
doctora Schmelkes, es Socióloga y maestra en investigación y desarrollo
educativo por la universidad iberoamericana y en este documento nos presenta a
través de un espléndido dialogo, sus opiniones en relación a la Diversidad
Cultural, al pluralismo, a la importancia del reconocimiento de la diversidad
en la educación indígena.
Sin duda es un enriquecedor ejercicio el poder acercarnos
a sus planteamientos sobre la educación como un principio de derecho humano. Es
de destacarse que sus opiniones siempre son directos, sin rodeos, le llama a
las cosas por su nombre y al final resulta un ejercicio acido de la
problemática que presenta la educación en México y en América Latina.
Inicia afirmando que la historia en materia educativa ha
estado orientado a la homogenización y que al pretender trabajarlo desde la
diversidad implica dar un giro de 180 grados.
Cuando se crean los estados americanos se trabaja por la
unidad nacional, produciendo un enorme temor ante cualquier tipo de
reconocimiento de lo diverso. Se trataba de ver lo común que nos hacía fuerte
sobre la debilidad que generaba lo que nos pudiera hacer diferente.
Al paso de los años, resulto necesario reconocer la
necesidad de atender de manera diversificada a aquellos que tenían una cultura
distinta y hablaban otra lengua. Al principio, se atendía la diversidad
cultural y lingüística, pero las declaraciones sobre la educación inclusiva
hicieron ver que la atención a la diversidad cultural y a la atención a la
diversidad de capacidades, tiene en común muchos principios filosóficos y
pedagógicos.
El desafío de transitar hacia una interculturalidad
incluyente claramente ocupa un lugar en la agenda educativa de la región. La
pluralidad de nuestros pueblos ya se reconoce a nivel constitucional y en
muchas de nuestras legislaciones educativas se explicita la necesidad de que la
educación atienda a la diversidad.
Por otra parte, afirma que la política más importante ha
sido la de la atención en la propia lengua y el respeto de la cultura de los
pueblos indígenas. La educación intercultural debe estar destinada a toda la
población, para poder apreciar la diversidad que existe en nuestro país y de este
modo eliminar el enorme racismo que explica porque los pueblos originarios
están social y económicamente postergados.
La educación intercultural se ha entendido como una
educación para los indígenas, cuando es evidente que no se limita a eso. Tiene
que ser para toda la población, sino no se puede llamar intercultural.
Reconozco que la indignación es un paso sumamente
importante para desmontar el racismo y favorecer una toma de conciencia
enteramente distinta acerca de lo que hay que hacer ante la diversidad. Otro
paso importante es el del aprecio. Al ser enriquecido por el otro diferente, no
podemos más que realmente apreciarlo y transferimos el aprecio a los otros que
son diferentes como él.
Los aciertos y las limitaciones de las políticas
interculturales paralelas al sistema educativo formal, se manifiestan cuando
revisamos hacia 1978 y vemos que no hubiera sido posible que desde el corazón
del sistema se atendiera a la diversidad. Todavía el paradigma de la
homogeneidad era demasiado fuerte y se necesitaba una estructura aparte que
pudiera funcionar haciendo foco en la diversidad. Hubiera sido difícil ofrecer
una educación en la lengua propia desde el corazón mismo del sistema.
Poco a poco, se fue haciendo un subsistema con sus
propias normas, inferiores a las regulares, sus propios esquemas de
reclutamiento de docentes y una calidad educativa inferior.
Actualmente en la mayoría de nuestros países, el cien por
ciento del tiempo curricular está centrado en el desarrollo de objetivos
nacionales y considero que eso debería de cambiar para que una parte importante
de los contenidos sea generada regional y localmente.
Los objetivos de creación de ciudadanía, vinculados con
la posibilidad de generar un pueblo participativo, democrático y responsable socialmente,
deben partir de las experiencias que las propias escuelas puedan ir
desarrollando en función de sus contextos locales, porque la forma de
participar y la manera de entender la democracia no es universal.
Las principales demandas educativas de los pueblos indígenas
son:
1.- Una educación cultural y lingüísticamente pertinente.
Se trata de una demanda histórica que inicialmente aludía a la educación
primaria y ahora se extiende a todos los niveles educativos, inclusive al
superior y a la formación de docentes.
2.- Tiene que ver con una educación intercultural para todos,
que favorezca el conocimiento y la valorización de la diversidad.
3.- La demanda de los pueblos indígenas es poder ellos
mismos administrar, darle contenidos y evaluar sus propios sistemas educativos.
Debemos de trabajar hacia la transformación de los
contextos incluyentes que se necesitan en nuestros pueblos, no podemos transitar
hacia una nueva interculturalidad incluyente que ocupe un lugar significativo
en la agenda educativa de la región si seguimos entendiendo que la educación
intercultural es solo educación para los indígenas pues solo si se extienden a
toda la población puede hablarse de auténtica educación intercultural.
Por último, en palabras de Silvia Schmelkes, es necesario
abrir la política educativa a la participación de las organizaciones indígenas.
Actualmente están presentes en las instancias de consulta pero muy pocas veces
son convocados como actores relevantes durante el diseño e implementación de
los contenidos y formas de las propuestas educativas.
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